Lo triste de mi revolución.

Creo que ya no voy a estar aquí. Oigo voces preguntándome cosas,pidiendo explicaciones bruscamente, cada vez las oigo más lejanas. No tengo fuerzas siquiera para respirar. Desde la lejanía escucho gente gritando, escucho desesperación, puedo oler a la muerte. Por Dios qué es lo que está ocurriendo aquí? No veo nada, caigo en la situación, mis ojos están tapados. De pronto mi memoria enloquece y se detiene a detallar. Estoy participando de un secuestro, por el tan sólo hecho de pensar distinto y querer el bienestar de mi generación, digo mi generación porque he estado luchando colectivamente contra la hipocresía de mi propio país. Tengo 17 años de edad y no sé dónde estoy y tampoco qué va a ser de mí  pero si sé lo que soy y lo que me propuse, y sé que lo que hoy tengo que sufrir en este desconocido lugar. será vengado por todas las personas que luchan por la igualdad y por la justicia. No me arrepiento, no , no me arrepiento de nada, sé que voy a morir, puedo sentirlo. Pero aún así no tengo miedo, porque seguiré presente buscando la libertad, y buscando la revolución. Sé que mamá va a llorar, y papá va a odiar. Sé que van a sentir mi ausencia demasiado, pues soy la única hija, el único fruto de amor. Pero nada hará que se cambien pensamientos de gente tan vacía, de gente sin piedad, de gente sin corazón.
 Mi amiga, Lola, mi gran amiga. Ella pensaba todo como yo, o por lo menos muy similar. Nos privaron de nuestra libertad juntas, pero para torturarnos nos separaron. Creo que este lugar tiene diversas salas de tortura, todas muy unidas. Todavía suelo escuchar sus gritos pidiendo auxilio, pidiendo piedad.
Más allá de todo lo que me hicieron y me hacen, jamás pedí piedad, quizás por eso es que sigo viva, porque ellos gozan lastimándome. Quizás quieren que siga viva para causarme más dolor que el que causa  la misma muerte. Ya. Me da igual, soy una luchadora, y lo seré hasta el fin. Papá siempre me enseñó la fuerza de voluntad y la resistencia que poseo hoy en día y en estos casos las tengo que aplicar.
Me duele el cuerpo, puedo sentir quemaduras por el, aunque no puedo verme por tener los ojos tapados. De sólo imaginar esta habitación en la que estoy se me entumecen los nervios de las piernas y me causa tal escalofrío. Nunca había llegado a imaginar que en este mundo podía haber tanto dolor, tanta tristeza, y tanta maldad.
Ya siento que mi ser no responde, las preguntas las oigo cada vez más lejanas a mí. Extraño tanto a mamá y a papá, quisiera verlos antes de morir, me entristece tanto esta situación, pero estoy intentando no llorar, no quiero que ellos me vean hacerlo, no se merecen ver lo que me causa esta situación, sólo pudieron ver el dolor que le causaron a todo mi físico, pero no verán lo que pienso, no, no lo verán.
Creo que estoy muriendo, siento que dos manos tocan suavemente mi pelo, y unos labios mojados besan mi frente, despacio me quitan las vendas de los ojos, con la poca fuerza que me queda, me arriesgo a abrirlos, por última vez. Un hombre vestido de verde, mis ojos casi adormecidos lo miran fijamente y allí el hombre llora. Yo no entiendo lo que está pasando, y él me pide perdón, me despierta la curiosidad. El por qué de sus disculpas a esta altura del camino, me dijo que se arrepentía por todo lo sucedido.
Yo lo único que respondí fué que ya era tarde para arrepentirse que estaba agonizando e iba a morir.
El no paraba de llorar, se sentía traumado, y mientras yo, pensaba, me sumergía en todos los recuerdos hermosos de mi vida, y de ahí en más, ya no. ya no sé lo que pasó.


Historias que deja el viento. 
Historias que muestra el dolor. 
Una vez más caigo en el foco de la desesperación, y me animo a redactar una cruel realidad. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario